miércoles, 31 de diciembre de 2008

Sida y abstinencia

El SIDA, o virus de inmuno deficiencia humana, se cobra cada vez más víctimas. La prevención es la única alternativa de lucha contra la enfermedad ya que una vez contraída, los tratamientos médicos, sólo pueden disminuir sus efectos y no erradicarlos definitivamente.
El SIDA no tiene cura y su contagio es simple, pero mortal. Las formas de infección son más que conocidas, pero lamentablemente, poco evadidas. El uso de agujas o jeringas compartidas; las transfusiones con sangre infectada; el uso de equipo médico, no esterilizado en forma, constituyen algunas de las maneras de transmisión. Una madre que padece el virus puede infectar al hijo durante el embarazo, después del nacimiento o durante la lactancia.
Definitivamente, el sexo no seguro, es decir, sin la utilización de preservativos, representa la mayor condición de contagio. La iglesia católica recomienda la abstinencia como método válido para evitar infectarse con VIH. Sin embargo, es una utopía recomendar a los jóvenes no mantener relaciones sexuales y un acto incluso sanguinario no aceptar el uso de profilácticos en ellas, debido al riesgo que representa y a la inmensa cantidad de seres humanos afectados, en el mundo, por la enfermedad.
Sólo en Paraguay, se estima que más de 12 mil personas se encuentran infectadas por el virus y sólo 6 mil saben que lo poseen. Las cifras son alarmantes y van en aumento. Con tales estadísticas, la postura de la iglesia es cuestionable ya que no sólo contradice sus principios de respeto por la vida, sino que además, atenta directamente contra los DDHH y garantías establecidas en nuestra constitución nacional como el derecho a la vida y la salud.
Por el momento, no existen vacunas contra el SIDA, pero sí podemos inyectar en la sociedad, en su conjunto, conciencia sobre la prevención, acceso universal al tratamiento y apoyo a los miles de infectados.

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