martes, 27 de enero de 2009

La memoria nos hace libres

Dos décadas no bastan para borrar las profundas huellas que dejó a su largo paso la dictadura stronista en nuestro país. Las cicatrices de 35 años se visualizan en la corrupción, en una policía autoritaria, en la desigualdad social, en la inequitativa distribución de las tierras y en la poca instrucción de nuestro pueblo.
En general, todos y todas fuimos afectados por el régimen, pero muchos y muchas sufrieron los horrores, literalmente, en carne propia. Miles de personas fueron objeto de torturas. Picanas eléctricas, la temida pileta, los oscuros calabozos, el exilio y otros tantos hechos inalienables que fueron la constante y la principal característica del régimen.
La condición del ser humano como tal no tuvo valor alguno con el dictador y su séquito. Pensar diferente o simplemente pensar era suficiente motivo para ser detenido por alguna “orden superior”.
Algunos, pueden contar sus trágicas historias. Otros, nunca lo harán como los más de 300 desaparecidos que dejó el bajo vuelo del plan condor en el Paraguay. Ellos fueron infelices, osaron en decirlo y fueron acallados para siempre.
Los ecos de esas voces no sólo deben ser escuchados el 2 o el 3 de febrero de cada año. Deben ser oídos siempre, a diario y en todo momento, porque sólo manteniendo viva la memoria garantizaremos nuestras libertades.
20 años pasaron desde aquel golpe de estado que sentó las bases de la democracia. Si bien hoy podemos decir, que la vivimos plenamente, el país aún sufre de los resabios del tirano. Su oscuro, prolongado, profundo y villano paso aún se palpa a lo largo y ancho de nuestro territorio.
A pesar de todo, “soy feliz porque puedo decirlo”

miércoles, 21 de enero de 2009

No hay mosquitero ni abuela que valga

Tres grandes epidemias de dengue registradas en las ùltimas dos décadas han afectado a medio millón de habitantes de nuestro país. Este año, la enfermedad está tocando nuevamente las puertas de varios hogares y la población continúa dándole la espalda al mosquito trasmisor.
El Aedes aegypty no se ha ido. Los casos registrados oficialmente se multiplican a diario y las cifras aumentan con el transcurrir de las horas. Los municipios han tomado cartas en el asunto, pero de poco vale el esfuerzo, si la ciudadanía no colabora con la limpieza requerida para evitar la proliferación del vector.
Es de conocimiento público que el agua estancada y limpia, sirve para la reproducción del mosquito. Sin embrago, a simple vista, vemos terrenos baldíos con cubiertas, botellas y otros objetos que almacenan agua de las recientes lluvias que regaron gran parte del territorio. Los residuos también se hallan en la vía pública y son producto de la desidia de las personas.
Es que acaso pensamos que somos inmunes e esta enfermedad que ni siquiera cuenta con vacunas preventivas? Creemos que con rociarnos con repelentes estaremos inmunes al vector? Estimamos que una abuela con capa y un súper insecticida solucionara la cuestión? Especulamos que nuestros hijos no pueden formar parte de la larga lista de víctimas fatales que dejó a su paso el dengue? Parece ser que gran parte de la población está convencida de que vivirá rodeada de mosquiteros gigantes. Pues, no. Todos y todas somos víctimas potenciales del Aedes aegypty y la única alternativa para enfrentarlo radica en una tarea conjunta entre autoridades y ciudadanía.
La conciencia de la población es clave para enfrentar frontalmente a la situación, la cual, según estimaciones de responsables de la salud, tendrá el pico más elevado en pocas semanas.
Aún estamos a tiempo.