viernes, 20 de marzo de 2009

Marzo Paraguayo. Nunca se hizo justicia

Con el asesinato de Luis María Argaña, entonces Vice Presidente de la República, acontecido el 23 de marzo de 1999, se inició el período conocido como marzo paraguayo. El magnicidio fue atribuido al sector oviedista, ya que se presumía que su líder, Lino César Oviedo, quería llegar al poder ejecutivo. Habiendo cedido el lugar a Raúl Cubas, el cargo de Vice Presidente podría haber sido oportuno para sus ambiciones.
El homicidio del líder del movimiento reconciliación colorada llevó al gobierno paraguayo a solicitar colaboración de los Estados Unidos, con el fin de acelerar los trabajos de pesquisa y esclarecer los móviles y responsables del hecho.
Paralelamente, 3 diputados presentaban, el 25 de marzo, alegatos para el juicio político del entonces Presidente de la República, Raúl Cubas Grau, argumentando mal desempeño en sus funciones y violación a la Constitución Nacional, ya q a través de un decreto, Cubas, había autorizado la libertad de Lino Oviedo.
Mientras, en las afueras del Congreso Nacional, un grupo de oviedistas se armaba con piedras y palos, al tiempo de que jóvenes instaban a manifestarse frente al parlamento en reclamo de la renuncia de Raúl Cubas. Poco después iniciaron los enfrentamientos entre ambos sectores, los cuales debieron ser separados por un cordón policial.
Entre noche y madrugada del 25 y 26 de marzo se produjeron varios enfrentamientos. Los primeros heridos del marzo paraguayo fueron víctimas de cascotes, petardos y balas, atribuìdos a la turba oviedista. A favor de la renuncia de Cubas, algunos manifestantes iniciaron huelga de hambre.
Jóvenes, campesinos, obreros, reclamaban la destitución del entonces jefe de estado, mientras resistían heròicamente ataques de los simpatizantes de Lino Oviedo, quienes pretendían desalojarlos de las plazas ubicadas frente al Congreso.
Efectivos policiales y carros hidrantes arremetieron con violencia contra la ciudadanía. Los defensores del Congreso tomaron fuerza en la Catedral para remitir, luego, contra los cascos azules y la montada haciéndolos retroceder.
Con el transcurrir de las horas la situación se agravaba. Los focos de violencia se dieron principalmente en las esquinas del Paraguayo Independiente y 14 de mayo. Desde el edificio Zodiac, francotiradores dispararon sin compasión.
En horas de la mañana del 27 de marzo la lista de fallecidos llegaba a 4 y, 20, de las 75 personas heridas, habían sufrido lesiones con armas de fuego.
Ante los sucesos, monseñor Adalberto Martínez, ordenó q las puertas de la Catedral sean abiertas. El lugar sacrosanto se convirtió en un refugio y atención de primeros auxilios.
El 27 de marzo, 150 mil personas se apostaron frente al Congreso Nacional. En sesión extraordinaria, el parlamento aceptaba la renuncia de Raúl Cubas a su cargo de Presidente de la República. La titularidad del ejecutivo pasaba a manos de Luis González Macci, quien al jurar como jefe de estado, prometía terminar con la impunidad.
Pasaron ya 10 años del marzo paraguayo, y la justicia aún no ha caído con todo el peso de la ley sobre los homicidas de los jóvenes por la democracia.
Para Henry Díaz, Manfred Stark, Víctor Molas, Arnaldo y Cristóbal Espìnola, José Zarza y Tomás Rojas, no basta un homenaje reducido a simbólicas “cruces de los mártires” en el lugar en el que perdieron sus vidas por un patriótico ideal.